martes, 17 de mayo de 2016

Capriles Radonski: "Maduro tiene que irse por la puerta de atrás, con la revocatoria de su mandato"



El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, advierte que el video que corre por las redes sociales que muestra la agresión de la que fue víctima el miércoles 11 de mayo en las calles de Caracas, está incompleto. “Esa fue la primera oportunidad, pero en total a mí me echaron gas en la cara tres veces ese día”, comenta el dirigente de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Luego del último ataque, perpetrado por funcionarios policiales que impedían el paso de la marcha que encabezaba con destino al Consejo Nacional Electoral (CNE) en el centro de la ciudad, Capriles Radonski confiesa que por un momento temió haberse quedado ciego. “No veía absolutamente nada”, relata. Sin embargo, a la media hora pasaron los efectos del gas pimienta y recuperó la visión.

Con los ojos despejados y bien abiertos, el excandidato presidencial señala que en este momento solo tiene en la mira un objetivo: la celebración, este mismo año, de un referendo revocatorio para echar del poder al mandatario venezolano, Nicolás Maduro.

- Está claro que el referendo revocatorio no es un asunto de días hábiles y reglamentos, sino de voluntad política. ¿Tiene la Unidad Democrática la fuerza suficiente para ejercer presión y quebrar la resistencia del Gobierno?
- También es de cumplimiento de unos requisitos. El revocatorio está en la Constitución. El revocatorio se podrá realizar si el país lo impone, no solamente la Unidad. El 70% de los venezolanos quiere revocatorio, porque queremos una solución a la crisis que estamos viviendo. Pero ese 70% tiene que movilizarse, porque el Gobierno no quiere y el CNE se está inventando requisitos para que no haya revocatorio. Yo sí creo que el revocatorio será este año, tiene que ser este año. Una cosa es que el Gobierno no quiera y otra cosa es que los venezolanos decidan que sí quieren. Sí, vamos a tener que sortear más obstáculos, ya empezaron a dilatar, la “operación morrocoy”, pero igual pasó el 6 de diciembre, cuando el Gobierno decía que ganaría las elecciones parlamentarias “como sea” y perdieron por paliza.

- Para llegar a la primera planilla –que, en teoría, es el procedimiento más sencillo- diputados tuvieron que encadenarse en el CNE, y hubo agresiones y heridos. Avanzar en este camino puede costar encarcelamientos y hasta muertes. ¿La oposición está dispuesta a correr esos riegos?
- Estamos llevando todo este proceso con una altísima responsabilidad. Nosotros no somos golpistas, los golpes los dan los militares. Nosotros somos demócratas, luchamos con la Constitución y la movilización del pueblo. Si el Gobierno pretende matar, la responsabilidad será del Gobierno. Este es un Gobierno dispuesto a cualquier cosa. La responsabilidad penal es personalísima. Si nosotros estamos pidiendo elecciones, no es culpa nuestra. No es que nosotros nos estamos saliendo de la Constitución, estamos buscando un atajo y el Gobierno tiene que tomar medidas. No, el Gobierno se está saliendo de la Constitución y las leyes, y si lo hace ellos serán los responsables y tendrán que pagar por los crímenes que cometan.

- Qué responde a quienes señalan que como la oposición no pude hacer respetar su triunfo en la AN, ahora está corriendo la arruga hacia un nuevo proceso electoral. ¿Qué garantiza que ahora sí sabrán defender la voluntad popular?
- Hay gente que pide a la oposición algo que no es la oposición. La oposición no tiene tanques de guerra, fusiles, armas. Ni las tiene ni las vamos a tomar porque nosotros no somos esos, somos unos demócratas que frente al tiempo histórico que vive el país nos hemos planteado derrotar democráticamente a un Gobierno que no es democrático. Para poder lograrlo, se necesita la unión. Entonces, ¿que nos ha faltado movilización y reaccionar frente a lo que está pasando con la AN? Sí, y eso es una autocrítica. No es un problema solamente de los diputados, es un problema de todos los venezolanos que elegimos esa AN. Esa AN tenemos que acompañarla, defenderla. El revocatorio ayudará a que efectivamente el país pueda empezar a tener instituciones, que la AN pueda hacer su trabajo. Lo que le falta al Tribunal Suprema de Justicia es declarar inconstitucional la Constitución. En cuatro meses que lleva la AN, ha dictado 14 sentencias en su contra. ¿Qué hacemos frente a eso? Allí está el revocatorio, vamos a tener que hacer que el Ejecutivo termine de cambiar. Si se logra el revocatorio, cambiará el Ejecutivo, tendremos un nuevo Gobierno y empezarán a cambiar los poderes en nuestro país.

- Parece imposible alcanzar una solución política si no hay diálogo entre las partes. ¿Existe algún diálogo tras bastidores o, al menos, la posibilidad de que se inicie ese proceso?
- Aquí nunca ha habido un proceso de diálogo, porque el Gobierno pretende convertir el proceso de diálogo en que tenemos que hacer lo que ellos quieren. O te la calas o te la calas. Eso no es un diálogo. El diálogo pasa por respetar la Constitución, las leyes de la República, la AN, que no haya presos políticos. Aquí no ha habido diálogo ni público ni tras bastidores.

- Hace un par de semanas corrieron rumores sobre un posible diálogo…
- ¿Con la iglesia?

- Sí.
- Ojalá.

- ¿Ha avanzado?
- Que yo sepa, en nada. Ojalá se avanzara. Así como 70% de los venezolanos quiere revocatorio, 70% de los venezolanos también quiere diálogo. Uno no excluye al otro. Si tú me preguntas en qué debería existir el diálogo hoy, respondo, vamos a revocatorio. Me dices, viene la Iglesia. Punto único de la agenda: revocatorio este año. Porque la solución a la crisis en Venezuela es consultando al pueblo. Venezuela no tiene futuro con Maduro.

- Luego de la carta que envió el papa Francisco al presidente Maduro, ¿cómo interpreta y qué espera de la visita del canciller del Vaticano, monseñor Paul Richard Gallagher, a Venezuela este 24 de mayo?
- Que ayude en ese proceso. La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) va a cambiar, está cantado. El presidente Ernesto Samper (secretario general de Unasur) o corre o se encarama, tendrá que ver cómo asumirá la nueva realidad política en la región. Ya se acabó la complicidad, el hacerse la vista gorda frente a los atropellos, Unasur guardando total silencio. ¿Qué le pedimos a Unasur? Revocatorio. Qué le pedí yo a Luis Almagro (secretario general de la Organización de Estados Americanos), cuando conversé con él en estos días por teléfono: la solución de Venezuela está en la Constitución, artículo 72, queremos revocatorio. Nos pidieron 195 mil firmas para iniciar el proceso, recogimos 2,6 millones. Las entregamos en horas Allí tienen todo. No quieren revocatorio, no quieren salida democrática. 
¿Qué quieren, entonces, un golpe de Estado, un estallido social? No lo queremos nosotros. Viene el enviado del Papa. ¿Qué le vamos a pedir? Revocatorio. Que el Gobierno destranque y que entienda que tiene que someterse a un proceso electoral. Fíjate cómo son las cosas. En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff en todo este proceso pide consulta al pueblo. ¿Qué pide Maduro? No le consulten al pueblo. Para que veamos las contradicciones, las diferencias. Aquí queremos que le consulten al pueblo, que es lo que dice la Constitución. No estamos pidiendo más nada.

-¿Y la renuncia?
- Cualquier venezolano le puede pedir la renuncia a Maduro, pero es su derecho. Él es el que decide, la renuncia es un acto voluntario. Yo no le estoy pidiendo a él algo que dependa de él. El revocatorio es una opción para el pueblo, para él –una vez activado- es una obligación. No puede obstaculizarlo, eso está en la Constitución. Si él tranca esa vía, qué viene después, qué ocurre en una situación de tensión como la que vive el país. Venezuela es una bomba que puede explotar. Esa es la realidad que se vive en las calles de nuestro país, una tensión social que todos los días crece. El revocatorio significará que las tensiones en el país bajen, esperando un proceso electoral donde el pueblo con su madurez política buscará una solución. Esa solución permitirá elegir un nuevo Gobierno para generar confianza en el país, y vamos a empezar el proceso de recuperación económica de Venezuela.

Capriles Radonski fue agredido con gas pimienta en la marcha del 11 de mayo. Foto:AP


- Usted dice que lo peor que puede pasar es un estallido social o un golpe militar; sin embargo, esas pueden ser las cartas que juegue el Gobierno del presidente Maduro, consciente del control que tiene sobre la Fuerza Armada Nacional (FAN). ¿Cómo evitar esos escenarios?
- La gran pregunta sería: ¿el país acompañaría un golpe del Gobierno, estaría dispuesto a aceptar un autogolpe? Pienso que no. El revocatorio busca evitar cualquiera de esos escenarios. La FAN está muy dividida, fragmentada, no es verdad que está cohesionada, compacta, imposible que lo esté frente a la crisis que vive el país. A veces, la imagen que se hace la gente de la FAN es lo que ve en la cúpula militar corrupta que forma parte de la cúpula del Gobierno, entonces, los ven con discursos muy maduristas, muy gobierneros. Hay gente que se deja llevar por ese discurso de ese enchufado de la cúpula y cree que toda la FAN es así, pero no es así. 
El Gobierno puede pasearse por esos escenarios, la pregunta es si tiene la fuerza para lograrlo. Pienso que no, ni el país lo acompañaría. Quizás el Gobierno juega al estallido porque cree que en ese escenario, distinto al golpe, puede estar en una posición privilegiada para administrar el estallido y con ello colocarse en una posición de control absoluto del país, mientras deja a un lado cualquier tipo de proceso electoral porque hay un escenario de conmoción y revuelta. Creo que jugar a eso es muy peligroso porque un estallido social barre todo, incluyéndolos a ellos. El Gobierno subestima la situación social del país, cree que Maduro puede seguir saliendo en cadena diciendo tres estupideces y que esto puede mantenerse así. También difiero de eso. El país es una bomba, si estalla, nos estalla a todos. ¿Qué debemos hacer? Evitar que estalle. ¿Cómo lo evitamos? Referendo.

- El tuit que envió el encarcelado líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, reconociendo su esfuerzo por el revocatorio, ¿puede interpretarse como una especie de tregua luego de las diferencias públicas que han sostenido?
- Nunca ha habido algo como para una tregua. Hemos tenido posiciones distintas y eso es normal. La gente no tiene que asustarse porque haya diferencias. Lo importante es que las diferencias siempre se resuelvan con debate, propuestas, no que terminen en un tema de guerra sucia entre grupos. Eso sería ponernos de espaldas al país. Aquí se necesita el esfuerzo de todos, de Leopoldo López, del alcalde Ledezma, de Rosales, son 70 presos políticos que hay en el país. El revocatorio no es mío, le pertenece al pueblo venezolano. 
¿Que yo fui el proponente? Aquí nadie está buscando un premio para ver quién lo propuso primero. Las agendas individuales hay que ponerlas a un lado. Este no es el momento, aquí no estamos decidiendo quién será candidato, ni el Presidente de la República. Aquí estamos decidiendo si Venezuela sigue en esta situación o si cambiamos a Venezuela. ¿Quién va a ser después? No tengo duda de que la Unidad tendrá cómo resolver eso. Hay sectores interesados siempre en generar intrigas, rencillas que no existen. Las diferencias y las coincidencias se conocen. No hay forma de lograr un cambio en Venezuela que no incluya a los pobres. Allí es donde he puesto todo mi trabajo y esfuerzo. Hay gente en la oposición que no lo ve así, que no le gusta meterse para los barrios. Para mí, allí es donde está el reto más grande que tiene este país en las próximas décadas, que es cómo Venezuela reduce la pobreza.

- Usted propuso el revocatorio. Si gana, seguro se colocará en una buena posición para liderar el país. Pero si fracasa…
- No es un cálculo individual. En las luchas, en la vida, se gana y se pierde. Si logramos el revocatorio, lo ganamos. El revocatorio es una victoria del pueblo, eso lo sabe el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), por eso ellos no quieren revocatorio. El PSUV prefiere irse del poder por un golpe, por algo que pase. Maduro preferiría irse por un golpe, por eso juega a trancar la vía popular, porque sabe que la vía popular es un adiós para siempre. Maduro tiene que irse por la puerta de atrás, no podemos dejar que se victimice, tiene que irse por la puerta de atrás, que es la revocatoria de su mandato. Mi proyecto no es yoísta, personalista. Creo que la clave de lo que viene en Venezuela es desmontar ese personalismo, ese yoísmo, y tener un proyecto colectivo, el proyecto y el Gobierno de todos. Esa es la clave, no el caudillo y la reverencia. Dentro de la oposición también hay de eso y no lo comparto. La clave en la vida es que si usted pierde, debe saber levantarse. A mí me ha tocado caerme y levantarme, y aquí estoy. Voy a dar todo para que este país tenga el cambio que quiere la mayoría de los venezolanos.

sábado, 14 de mayo de 2016

¿Los venezolanos se acostumbraron a vivir mal?



El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) destaca que en los primeros dos meses del año se registraron 1.014 protestas y 64 saqueos en todo el país. La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, informa que su despacho investiga 74 casos de linchamientos que han cobrado la vida de 34 personas entre enero y abril. Y, todavía, hay gente que dice que en Venezuela “no pasa nada”.

“Tenemos un fantasma en la memoria que es el ‘Caracazo’”, comenta la psicólogo clínico Yorelis Acosta, investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela. Con el nombre de ‘Caracazo’ se conoce a las protestas violentas ocurridas entre febrero y marzo de 1989 contra el Gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, que dejaron centenares de muertos y desaparecidos.

Desde hace 27 años, el debate público venezolano ha estado marcado por aquellos acontecimientos y muchos esperan el advenimiento de un segundo ‘Caracazo’, más ahora que el país presenta los peores indicadores económicos y sociales de los últimos 50 años, con una tasa de inflación oficial que alcanzó 180,9% en 2015.

Sin embargo, Acosta cree que mientras los expertos discuten sobre la posibilidad de un gran reventón popular, en el terreno ya se suceden diariamente “mini-explosiones” que carecen de articulación pero demuestran la agudización del malestar general ante la crisis.

“Son dos tiempos no comparables, 1989 y 2016. Tenemos un Gobierno que muestra las garras, que reprime, pero pienso que ya estamos viviendo ese estallido. No podemos decir que los venezolanos nos hemos acostumbrado a esta situación”, advierte la académica, que sustenta su afirmación en el aumento de las protestas ciudadanas por la escasez de comida y los cortes eléctricos, entre otros males.

Acosta considera que en la actualidad se desarrolla un “nuevo formato de protestas”, menos multitudinarias, que tratan de evitar la violencia y se concentran en demandas particulares. “El Gobierno nos llevó a preocuparnos por las necesidades más básicas, retrocedimos en materia de civilidad”, subraya.

La irritación popular avanza sin conducción política ni organización. La profesora del Cendes estima que los partidos políticos de la Unidad Democrática deben remozar sus convocatorias para conectar con el sentimiento de las mayorías. “Hay un sufrimiento muy grande, es una tragedia en cámara lenta”, observa.

Paralizados

Para comprender el comportamiento del pueblo venezolano ante la llamada revolución “bolivariana”, el psicólogo Axel Capriles cita, precisamente, al Libertador en Angostura: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle (…)”.

“Si comparamos los niveles de vida entre la Venezuela de 1998 (antes del ascenso del chavismo) y la actual, es evidente que nos hemos adaptado poco a poco a situaciones que eran anteriormente impensables. No creo que nos hayamos resignado, en el sentido de que la mayor parte de la población repudia la situación actual y espera que el Gobierno y el país cambien, pero hemos sido, sin duda, sumamente pasivos”, analiza Capriles.

El autor de La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo y Las fantasías de Juan Bimba, aclara que “nuestra condición no difiere de las de otras naciones. Mientras más pobres y míseros son los pueblos, más dependientes son y más se someten al poder”.

Una expresión salta de boca en boca en las conversaciones entre los venezolanos: “¡este país no aguanta más!” ¿Será así? Capriles tiene esta respuesta: “La gente acumula humillaciones y penurias, y la olla de presión, por lo general, no estalla de manera autónoma. Lo que vemos en la historia de las revoluciones y alzamientos contra el poder, es que es preciso que exista un liderazgo político que de ilación política al descontento popular. Se requieren agitadores para movilizar a la gente hacia un objetivo político. Y en eso, el liderazgo de la oposición ha sido tremendamente complaciente, débil”.

El experto opina que la oposición venezolana “ha desaprovechado el altísimo nivel de descontento” que existe, y afirma que “si no hay canalización de la energía colectiva hacia un fin particular, el estallido popular será un acto invertebrado y deshilvanado”.

Bomba de tiempo

“Durante el dominio del comunismo en Europa del Este nadie podía imaginarse, para citar solo dos ejemplos, que gobiernos tan poderosos y represivos como los de Erich Honecker, Alemania Oriental, y el de Nicolae Ceausescu, Rumania, serían derrocados por unos pueblos que durante más de cuarenta años habían sido sometidos por los aparatos de seguridad del Estado policial que esos regímenes dictatoriales habían levantado”, recuerda el sociólogo Trino Márquez.

El doctor en Ciencias Sociales indica que tampoco nadie previó la irrupción del “Caracazo” en 1989. No obstante, insiste, las condiciones y los tiempos son distintos. “Quienes se montaron en la ola de violencia popular desatada en febrero del 89 formaban parte de algunos de los grupos y partidos que hoy se encuentran en el Gobierno. En aquel momento había en los anaqueles muchos productos que podían saquearse (ahora no); y, lo más importante, los dirigentes de la Unidad Democrática rechazan la violencia y propician una salida pacífica, democrática, electoral y constitucional a la crisis. En cambio, quien estimula la violencia por diferentes vías es el Gobierno”.

Márquez concluye que “en las condiciones actuales que vive Venezuela, no puede descartarse que se produzca eventualmente una explosión social de proporciones gigantescas. El pueblo no se ha habituado a vivir en medio de las restricciones impuestas por el régimen. De hecho, todos los días hay mini-estallidos: saqueos, asaltos de camiones cargados de víveres, peleas en las colas, cierre de calles y autopistas, y protestas de distintos tipos. Es imposible prever cuando esos mini-estallidos pueden transformarse en un macro-estallido”.